Una de las máximas de la publicidad y el mercadeo cabe perfectamente para ilustrar lo que sucede en los países latinos como Colombia o Chile cuando se trata del Mago Enmascarado.
Ya es un error de mi parte dedicar un post para hablar de esto, pero es la única forma de transmitir este mensaje: es mejor no hacerle caso a la emisión de los programas del mago enmascarado en Colombia, porque lo transmiten precisamente por eso, porque la gente habla de él.
El tipo ya es suficientemente rico y famoso (bruto, pero rico y famoso) y los últimos que debemos hacerle más propaganda somos nosotros, los que si amamos el arte de la magia. Mejor gastemos nuestra energía en innovar y mejorar nuestros actos y rutinas.
Entonces, grupos en Facebook, la red social más popular del país, y quejarse en medios masivos es precisamente lo que no debemos hacer. Además, el Congreso de la República tiene mejores y más importantes asuntos de los que preocuparse que sacar del aire un programa de televisión porque una minoría (gran minoría) lo solicita.
Por ejemplo, las novelas malas las sacan del aire porque nadie las ve, nadia habla de ellas, no hay pauta publicitaria, no son rentables, por lo tanto son una inversión perdida.
Finalmente, claro que esos programas son dañinos para la ilusión del público, pero ahí está la mayor virtud del artista, en devolvérsela a través de la verdadera magia, ese si me parece un reto ambicioso.
Comenten por favor, me encantaría saber su opinión al respecto
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