Por: Poulet*
Para hacer magia primero hay que creer en la magia.
A veces pienso que entrar en el mundo de la magia tiene sus desventajas, cuando empiezas este camino de secretos, ideas, espectáculos y puestas en escena a veces olvidas algo muy importante… Dejaste atrás una parte de tu inocencia. Ahora, ese es un riesgo que tomamos y que la mayoría de las veces no se tiene en cuenta a la hora de entrar al mundo del ilusionismo. Recuerdo las palabras del Mago Richard explicándole a varios padres que sus hijos no debían entrar a la escuela con menos de 9 o 10 años, él bien sabe que una vez cruzas al otro lado de la cuarta pared te enteras que santa es papá y mamá y que el ratón Pérez es el mismo que te lleva al colegio en las mañanas, cuando llegas a este mundo saber se vuelve una tarea, te vuelves un hombre de secretos y en alguna forma también has madurado pues ahora tienes un deber: Hacerle creer al mundo que todo es posible.
La semana pasada tuve la oportunidad de disfrutar el show de Jorge Blass «El arte de la magia», presentado en el teatro Compac, en La Gran Vía, la avenida mas importante de Madrid que con un aire tipo Broadway se viste de teatros de todos los tamaños evocando el deseo por ver todo lo que se te atraviesa, incluyendo el musical de «El Rey León», que lleva ya varios años en cartelera (algún día iré a ver a Simba, o como dicen acá: «Zimba»).
Volví al teatro 3 días después, pregunté por Davo, ese pilar que muchos magos tienen y que pocos conocen y que sin él, el show no podría realizarse. Me recibió, me llevó a saludar a Jorge, hablar de magia, de Colombia y acompañarlo un rato en el camerino, y yo como niño lleno de preguntas, cada vez que estoy en un espacio así siempre me pongo analítico, con ganas de saber qué y quién debo ser para llegar a tener un camerino con mi nombre y deslumbrar al mundo con mi torpeza.
Un escenario de apariencia sencilla, con cajas de todos tamaños en un orden difícil de deducir para el público neófito y una iluminación sobria, colorida y alegre que potencia cada efecto realizado.
Entre clásicos de la magia como un emocionante hilo roto y recompuesto, la bola de bolos de Kevin James (a quien en el espectáculo atribuye su creación) y la baraja invisible, entre otros; llega un momento del show donde muestra una caja con una sorpresa sube a alguien al azar al escenario, le pide que se conecte a Facebook, seleccione un amigo al azar y al acercarse a la caja el amigo seleccionado sale de ésta, impresionante, recuerdo haberlo visto por internet la primera vez y hasta escalofríos me dieron.
Pero este juego no es impresionante por la forma como se hace, el sistema, secreto o demás, lo que para mí es impresionante de este juego es que es una idea propia, creativa, moderna, que cautiva y con el que la gente se siente identificada, una vez mas reitero mi campaña al trabajo creativo, a traspasar el «truco» y hacerlo una experiencia, así como lo proponía Gabi Pareras en las II Jornadas de cartomagia.
Con efectos excelentemente organizados se pueden ver las bases, «los 5 puntos mágicos», de momentos de climax, de pausa, de tontería, de emoción y por supuesto, de ilusión; sin duda Jorge Blass sabe llevar a su público a un sin fin de emociones de las que no pararán de hablar en días. Y como si fuera poco se toma toda la paciencia del mundo para tomarse la foto con cada uno de los asistentes que vinieron a acompañarlo, él se apropia del teatro, lo hace su casa y su público es recíproco con él, lo agradece y es por eso que varios repiten, su valor como ser humano es mas grande que su valor como artista y esa es una gran lección.
Salí del teatro habiendo recordado un poco ese ser que no sabía que Santa eran papá y mamá, que desconocía los secretos del ilusionismo y al mismo tiempo me incitó a aprender mas para finalmente ver mi nombre en algún camerino, en un teatro en alguna parte del planeta.
Gracias por la clase Jorge, ojalá se repita.
*Poulet además de mago, malabarista y comunicador es redactor invitado en Pastomagic
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