Hoy 31 de enero se celebra el día mundial del mago en honor a San Juan Bosco, patrono de los ilusionistas.
Un poco de historia (del blog La Magia del Asombro):
Giovanni Bosco, nacido en Italia allá en el año 1.815, se crió en el seno de una familia muy humilde. Huerfano desde los dos años, pasó por muchas penurias ya desde pequeñito. El poco tiempo que tenía en las horas libres de labranza, lo dedicaba a leer el catecismo y acercarse a las ferias ambulantes donde descubrió algunos trucos de magia a base de observarlos…
Se dice que a los 9 años tuvo el primero de sus 159 sueños proféticos (¿mentalismo?) y decide iniciarse en el sacerdocio. A pesar de que poseía extraordinarios dotes para memorizar todo lo que leía y escuchaba, la pobreza le hacen trabajar duro en granjas cercanas para conseguir dinero para sus estudios…
Inicia sus estudios de sacerdote ayudado por el padre Calosso, pero con la muerte de éste se ve obligado a pedir limosnas a los vecinos y ganarse la vida como acróbata…
Una vez que es ordenado sacerdote, Don Bosco se vuelca por completo a los niños y jovenes necesitados (el título de «Don» se le da en Italia a los sacerdotes). Creó patronatos y escuelas para que los jovenes aprendiesen a trabajar en imprentas; fundó institutos para las juventudes pobres; e incluso realizó un tratado sobre el sistema educativo…
Para acercar la iglesia a los jovenes, combinó sus enseñanzas con juegos de magia y otros entretenimientos. Al parecer era un buen prestidigitador que no dudaba en utilizar su arte con tal de «recuperar almas perdidas». Otra de sus grandes cualidades era su alegría: los muchachos del aquel entonces le llamaban «el padre que siempre está alegre»…
San Juan Bosco era un sacerdote que hacía juegos de magia para los niños a los que dictaba clases de catequiesis.
A continuación, un poema en honor a don Bosco escrito por el mago Frank:
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